Nacido en 1920 en Benarés, el viaje artístico de Ravi Shankar comenzó como bailarín en la compañía de su hermano, viajando por India y Europa. Pero el destino tenía otros planes. Bajo la rigurosa tutela del maestro Allauddin Khan, se dedicó al sitar y pasó años dominando los intrincados ragas de la música clásica indostánica. Sus profundos conocimientos, su emotiva interpretación y su brillante improvisación le convirtieron en una fuerza a tener en cuenta en la música clásica india. En la década de 1950, compuso para películas y para All India Radio, dando forma al sonido de una nación en evolución.
Sitar y mundo
En la década de 1960, cautivó a Occidente como mentor de George Harrison, de The Beatles, y desencadenó una historia de amor internacional con la música india. Sus fascinantes actuaciones en el Monterey Pop Festival, Woodstock y el Concert for Bangladesh introdujeron a millones de personas en los sonidos trascendentales del sitar. Las colaboraciones de Shankar con iconos de la música clásica occidental como Yehudi Menuhin y leyendas del jazz como John Coltrane crearon una fusión única, mezclando tradiciones nunca vistas. Su influencia también se extendió al cine, con composiciones para directores legendarios como Satyajit Ray, lo que consolidó aún más su lugar en la historia de la música mundial.
Legado en cada nota
Más allá de sus legendarias interpretaciones, Shankar compuso partituras para películas, orquestas y ballets, ampliando los límites musicales en todo momento. Fundó instituciones como el Centro Ravi Shankar de Delhi, velando por el florecimiento de la enseñanza de la música clásica. Sus contribuciones le valieron varios premios Grammy, una nominación al Oscar y la más alta condecoración civil de la India, el Bharat Ratna. Incluso hoy, su hija, Anoushka Shankar, continúa su legado, asegurando que las melodías intemporales del sitar resuenen a través de las generaciones, demostrando que la música no conoce fronteras.